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Los poemas incluidos en este libro están constituidos por la dualidad: sonido/silencio, esconder/descubrir, fluir/detenerse, flexibilidad/rigidez. La relación entre dos elementos no es contraria, sino complementaria: un elemento coexiste con su pareja, sin controlarla ni oponerse a ella. Con equidad, participan en el proceso cósmico. De ahí surge la filosofía de la vida, fundamento de la poética de Kim. El poeta coreano Jiha Kim encuentra la materia del canto en las cosas sencillas y pequeñas: la luna creciente, la tos de los hijos, el paseo entre edificios de departamentos. Cuando dice «no sé quién soy// A veces me veo/ como ausente», registra con fidelidad su sensación de vacío. Sin embargo esta vacuidad implica un aspecto positivo: en ese estado de ausencia de sí mismo se da cuenta del respeto que debe a una hoja caída, a una hormiga, a todas las cosas del universo.