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Este libro se ubica en los intersticios de una situación desafiante, en la zona gris entre distintas formas de artes y la reflexión estética y filosófica. Está en la hendidura entre pensamiento y sensibilidad en la que toda crisis -aún las crisis civilizatorias como parece ser hoy el caso- encuentra sus ecos. Los nuevos problemas generados por los entornos técnicos se enlazan con los debates acerca de las posibilidades y rupturas del arte contemporáneo. La tendencia a la reducción del cuerpo a su imagen reflota los interrogantes sobre los vínculos con el pasado, con la memoria, con quienes nos rodean, con el modo de dar cuenta del sufrimiento. Se vincula con las variaciones imaginarias con las que la ficción indaga el porvenir y directa u oblicuamente cuestiona la condición humana. Por eso debe también su inspiración a la novela proustiana, que muestra que la ficción es inmanente a la vida y que la fluidez constante de la experiencia sólo podría ser aprehendida poéticamente, artísticamente.