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Que nadie piense que Luis Alcocer no es un hombre serio. Es, tal vez, de las personas más serias del mundo. Y por eso tiene sentido del humor. O se ríe de nosotros, todos, de manera implacable. La obras cortas reunidas en este volumen no tienen nada que ver con ningún tipo de teatro. No hay forma de catalogarlas y no vale la pena atentar contra su originalidad tratando de definirlas como teatro de la crueldad, teatro del absurdo, humor negro, tono macabro, farsas o aderezos pánicos. Éste es un teatro simplemente inefable. Y tremendo. Apto para quienes saben que la normalidad es más peligrosa que la crueldad, para quienes gozan derribar tabúes o para aquellos que defienden que el cuerpo es un escaparate de carnes lúdicas. Personajes obsesionados, diálogos precisos, situaciones soñadas, discursos de alcoba, conflictos reales, escenarios imposibles. Un teatro que impone ficción, al extremo. Obras geniales, vigorosas y raras. Obras cuya teatralidad rebasa los cánones modernos y que merecen una escenificación inmediata. Bienvenidas sean estas pequeñas obras al mundo real, pero, por favor: ¡rómpanlo más! Ximena Escalante|