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«El dron fascina y aterroriza a partes iguales por la innegable ventaja que confiere a quienes pueden recurrir a su poder de muerte.» Entronizado como adalid de una supuesta «guerra limpia y quirúrgica», exaltado en la lógica neoliberal por sus posibilidades mercantiles o, en el extremo opuesto, representante de una supuesta maldad tecnológica, el dron es hoy un objeto sacralizado. Pero, en su desnudez, se trata de «versiones perfeccionadas de los viejos aviones teledirigidos», y su interés real reside en su papel en las lógicas de la guerra mundial contra el terror o en la renovación del monopolio de la violencia estatal, bélica y sistémica. El dron es parte y consecuencia de un proyecto de dominación política global, que lo condiciona de raíz. Este libro desmonta numerosos tópicos. Su supuesta similitud con un videojuego queda en entredicho por los niveles de estrés postraumático que se dan entre los operadores de aviones no tripulados, superiores a los de las tropas en el campo de batalla. Su uso como complemento de operaciones antidisturbios en conflictos urbanos cuestiona la supuesta inocuidad de la violencia dron en los países occidentales. Son sólo dos ejemplos de cómo este artefacto no aleja la guerra sino que la acerca más si cabe a nuestras vidas.